Alejo Arias González lleva casi un mes detenido en El Salvador, luego de que la financiera donde trabajaba cayera por supuestos vínculos con una banda criminal.
El sueño de un joven rivadaviense que buscaba un mejor porvenir económico en el exterior se ha convertido en una angustiante pesadilla tanto para él como para su familia. Alejo Arias González, de 24 años y oriundo de Mendoza, encontró trabajo como cobrador en una financiera en El Salvador, pero inesperadamente fue detenido y encarcelado en el país con el régimen carcelario más duro. Las acusaciones en su contra lo vinculan a una banda criminal colombiana, pero su familia y amigos insisten en su inocencia y piden su liberación y extradición.
El infortunio de Alejo comenzó el pasado 14 de julio cuando fue detenido junto a 105 ciudadanos colombianos, un guatemalteco y tres salvadoreños. Actualmente, se encuentra detenido e incomunicado en el centro penitenciario El Penalito, en San Salvador. Su madre, Sandra González, ha expresado su angustia ante esta situación, manifestando que desconocen el paradero exacto de su hijo y las condiciones en las que se encuentra privado de su libertad.
El caso de Alejo ha desencadenado un sinfín de gestiones legales y esfuerzos de defensa por parte de la familia. Han enviado certificados de buena conducta y de estudiante, con la esperanza de demostrar la inocencia de Alejo ante la justicia salvadoreña. No obstante, hasta el momento, los documentos no han sido recibidos y el tiempo sigue transcurriendo mientras Alejo permanece detenido.
Sandra González también ha revelado cómo surgió la idea de trabajar en El Salvador. Alejo se enteró de esta oportunidad laboral a través de conocidos que habían estado allí previamente. La necesidad económica lo llevó a dejar sus estudios universitarios y embarcarse en esta aventura para poder trabajar y ahorrar en dólares, con la esperanza de retomar su carrera académica. El trabajo consistía en cobrar las cuotas de préstamos otorgados por la financiera a la comunidad local, un trabajo administrativo sin relación alguna con actividades ilegales.
La familia ha gestionado la ayuda de la Cancillería argentina y el cónsul argentino en El Salvador ha tenido contacto con Alejo, pero sus intervenciones se han limitado al aspecto judicial, sin poder influir en la decisión de la justicia salvadoreña. Además, los padres se encuentran desamparados para viajar y reunirse con su hijo debido a las dificultades económicas, ya que todos los gastos son en dólares.
La incertidumbre y la angustia embargan a la familia González, quienes esperan con desesperación alguna señal de progreso en el caso de Alejo. Sueñan con poder abrazarlo nuevamente, pero lamentablemente, hasta el momento, la situación sigue siendo un enigma. Mientras tanto, sus seres queridos continúan alzando su voz, clamando por justicia y exigiendo la liberación y extradición.