Argentina sufrió pero consiguió a fin de cuentas el esperado resultado. La pulga frotó la lámpara y E. Fernández se consagró con un gol inolvidable. 2 a 0 a México y queda latente la clasificación.
Las emociones se dieron de menor a mayor. Un pálido primer tiempo con miles de interrogantes llevaron a pensar que los dirigidos por Scaloni no sacaban cuentas de qué se trataba esta primer final. Miradas al piso, ninguna reacción en absoluto y un planteo discreto de México que salió a la perfección, llevaron a que los primeros 45 minutos compliquen la clasificación, sin tener ninguna opción de gol y con referentes ausentes.
En el segundo tiempo parecía que nada iba a cambiar, el DT una vez más no le tembló el pulso y movió el banco. Las diferencias no aparecían hasta los 19 minutos que una jugada aislada cambió totalmente el panorama, y claro está que, cuando hay un distinto entre los 11, todo puede pasar. Leo Messi recibió un pase de Di María en el centro del campo y con un disparo rasante desató el desahogo de millones de Argentinos, con un gol que en otras oportunidades probablemente se le hubiese negado. A partir de ahí otro partido, la mochila ya no pesaba, y el rival tenía que salir a buscar resultado.
Subiendo la intensidad y con más espacio ahora, Argentina creció. Un nuevo acierto del cuerpo técnico terminó de sentenciar, Enzo Fernández (ahora si tendrá que arrancar como titular) recibió cerca del área, y con un gran remate la colgó de un ángulo. Partido liquidado faltando 3 minutos para cumplir con el tiempo reglamentario.
Con esta victoria la Albiceleste depende de si misma y empieza a espantar fantasmas, con los 3 puntos ante Polonia está en la próxima fase y con el empate tiene que esperar. Habrá que aguantar hasta el próximo miércoles por la definición de este Grupo C que tiene a los europeos como líderes.